Protocolos de limpieza esenciales en consultas médicas y clínicas de especialidades

En el sector de atención sanitaria, la seguridad del paciente no se limita a la precisión de un diagnóstico o la destreza de un procedimiento, sino que también abarca el estado del entorno físico en el que se presta el servicio.

No en vano, actividades como las clínicas, consultas o los centros médicos de especialidades acogen a diario a decenas de pacientes, cada uno con distinta vulnerabilidad y riesgo de infección.

Por este motivo, una limpieza rigurosa y bien planificada se convierte en un elemento tan esencial como la propia asistencia clínica, ya que contribuye directamente a prevenir la propagación de infecciones, así como a mejorar la percepción de calidad y a cumplir con las normativas vigentes.

Desde Justlimp recopilamos las principales áreas de actuación que conviene tener presente para acometer adecuadamente esta labor.

Prevención de infecciones nosocomiales

Como hemos comentado, los centros de atención médica y las clínicas de especialidades registran un continuo trasiego de personas, tanto pacientes y acompañantes como el mismo personal sanitario y administrativo.

Esto supone un elevado riesgo para la transmisión de patógenos. Para empezar, las superficies de alto contacto ‒desde los pomos de puertas o los botones de los ascensores hasta las mesas de exploración‒ pueden convertirse en focos de bacterias y virus.

La solución pasa por una meticulosa atención a la limpieza y desinfección de estas áreas, labor que reduce de forma significativa la incidencia de infecciones cruzadas y brotes en entornos sanitarios.

Normativa y buenas prácticas

Tanto el Ministerio de Sanidad como la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) establecen guías y requisitos específicos para la higiene en centros sanitarios. Los protocolos de limpieza deben cumplir con una seria de buenas prácticas, que incluyen aspectos como:

  • Frecuencia mínima de desinfección de áreas críticas (diariamente o tras cada paciente, según las zonas que se reflejan en el siguiente apartado).
  • Uso de productos viricidas y bactericidas autorizados (que pueden encontrarse en el listado oficial de la AEMPS).
  • Documentación y trazabilidad de cada intervención (esto es, registro de operario, fecha, hora y producto empleado).

El incumplimiento de estas normas no solo pone en peligro la salud de los pacientes, sino que también expone al centro a sanciones y a la pérdida de acreditaciones de calidad.

Protocolos de limpieza para las zonas críticas

Cada una de las áreas que requiere de una atención minuciosa tiene, asimismo, unas características propias que exigen de actuaciones específicas, como son:

  • Consultorios y salas de exploración.
    • Entre paciente y paciente puede ser necesaria la desinfección de camillas, mesas y equipamiento médico.
    • Al inicio y cierre de jornada se debe realizar una limpieza a fondo de suelos, paredes y mobiliario, utilizando productos de base alcohólica o clorados según indiquen los requerimientos.
  • Zonas de espera y recepción.
    • Múltiples desinfecciones al día en pomos, mostradores y sillas.
  • Baños y vestuarios.
    • Limpieza intensiva diaria, con productos antisépticos en inodoros, lavabos y suelos antideslizantes.
    • Para el control de plagas y malos olores, debe prestarse atención a la limpieza de los desagües y puntos ocultos.
  • Áreas de procedimientos y esterilización.
    • En estas zonas se aplican los protocolos “de sala blanca”, como la limpieza con nebulización de peróxido de hidrógeno o amonio cuaternario en zonas donde se manejan instrumentos quirúrgicos.
    • Según el caso, será necesario un control microbiológico, lo que implica tomar muestras de forma periódica para verificar la ausencia de carga bacteriana.

Responsabilidad del personal

No hay que olvidar que la eficacia de cualquier protocolo radica en que el equipo de limpieza lo lleve a cabo de la forma adecuada. Por eso, es necesario que el personal disponga de:

  • Conocimiento de las rutas de tráfico de pacientes, para programar intervenciones que no interfieran con la actividad clínica.
  • Uso de Equipos de Protección Individual (EPI) adecuados (guantes, mascarillas y, en algunos casos, batas desechables).
  • Capacitación continua en técnicas de limpieza y uso seguro de productos.

De cara a un negocio sanitario, cabe considerar lo mencionado hasta aquí como inversiones que repercuten directamente en la seguridad del paciente; por tanto, en su reputación y su eficiencia operativa.

Así, y para quienes buscan garantizar los más altos estándares, contar con un proveedor de servicios de limpieza profesional que ‒como Justlimp‒ ofrezca experiencia en el sector de la salud resulta una decisión lógica.

Para saber más sobre nuestras prestaciones, puede solicitarse información a través de cualquiera de los medios de la sección de Contacto.