Tras la temporada de verano y ante el inicio de un curso, muchos establecimientos comerciales recuperan su actividad habitual, lo que supone entre otros aspectos una mayor afluencia de público.
De cara a tener un arranque con buen pie, resulta recomendable realizar la revisión exhaustiva de los protocolos de limpieza. Y es que, el regreso de las vacaciones exige no sólo un repaso estético, sino la puesta al día de prácticas que garanticen higiene y seguridad, además de una buena imagen comercial.
En este sentido, una estrategia eficaz parte de la planificación. Así, antes de la reapertura tras el periodo estival conviene programar una limpieza profunda, con labores que incluyan la desinfección de las zonas críticas, la retirada del polvo y suciedad acumulados y la revisión de los sistemas de ventilación.
A partir de entonces, conviene que la frecuencia se ajuste a la afluencia: limpiezas ligeras varias veces al día en horas punta, intermedias al cierre y profundas de forma semanal. Esta pauta permite mantener unos estándares elevados sin incidir negativamente en la operativa comercial.
Planificación y protocolos específicos
De forma general para los comercios que prestan servicio de cara al público, los ámbitos de actuación para las labores de limpieza abarcan los siguientes aspectos:
- Entrada y escaparates: deben limpiarse cada mañana y revisarse tras episodios de lluvia o eventos especiales. Los cristales requieren productos que no dejen velos; los suelos de la entrada, tratamientos antideslizantes y retirada inmediata de restos.
- Zonas de exposición y pasillos: realizar limpiezas periódicas con aspiración y paños de microfibra evita la acumulación de polvo y protegen el mobiliario.
- Probadores: es necesaria su desinfección entre usos en la medida de lo posible; además de la limpieza a fondo diaria de suelos, espejos y perchas así como asegurar su ventilación tras periodos de uso intensivo.
- Mostradores y cajas: en general, superficies de alto contacto que requieren desinfección frecuente; para eso, se recomienda el uso de soluciones viricidas homologadas.
- Baños públicos: pueden llegar a requerir de su limpieza y desinfección varias veces al día, con inspecciones frecuentes en horas de máxima afluencia; esto implica controlar los suministros (jabón, papel, secadores) y la limpieza de desagües para evitar malos olores.
- Almacén y recepción de mercancías: se trata de zonas donde se generan polvo y restos de embalajes; su mantenimiento pasa por el aspirado y limpieza de estanterías, así como la gestión de residuos para evitar acumulaciones.
- Áreas exteriores y terrazas: proporcionamos indicaciones más exhaustivas en otra entrada de nuestro blog, pero las tareas básicas consisten en el barrido diario, el tratamiento de manchas y el control de rejillas y desagües para evitar obstrucciones durante episodios de lluvia.

Recursos y organización para una limpieza eficaz
Más allá de los protocolos aplicables a cada área, la eficacia de la limpieza en el arranque del curso depende de contar con los recursos adecuados y de una gestión operativa rigurosa. En este sentido, destacamos los elementos principales a continuación:
Productos y equipos recomendados
La elección de productos debe responder a criterios de eficacia y compatibilidad con las superficies. En este sentido, se recomiendan detergentes neutros para suelos, desinfectantes con acción virucida/bactericida autorizados para superficies de contacto y limpiacristales que no dejen trazas.
En cuanto a equipos, aspiradoras con filtro HEPA para entornos con mucho polvo, máquinas fregadoras compactas para suelos de alto tránsito y mopas de microfibra para una limpieza más eficaz y con menor consumo de producto.
Formación y coordinación del personal
La capacitación del equipo de limpieza es determinante. Conviene impartir instrucciones claras sobre técnicas de desinfección, tiempos de contacto de los productos, uso de EPI y procedimientos ante derrames o incidencias.
A esto se añade la coordinación entre personal de sala y limpieza, para minimizar las molestias a los clientes y realizar intervenciones rápidas en puntos críticos.
Minimizar interrupciones y optimizar la logística
En relación con lo anterior, las tareas más invasivas deben programarse en franjas de baja actividad (idealmente, preapertura o cierre). Para los picos de afluencia, se recomiendan rondas de limpieza ligeras que utilicen equipos portátiles y productos de secado rápido.
Documentación y cumplimiento normativo
Mantener registros de las intervenciones (indicando fechas, operarios, productos y observaciones) facilita la trazabilidad y resulta imprescindible en caso de inspección. Asimismo, conviene comprobar que los desinfectantes y biocidas empleados estén homologados y que el manejo de residuos cumpla la normativa vigente.
Para aquellos negocios que prefieran externalizar estas tareas, existen proveedores especializados que, como Justlimp ofrecen protocolos auditables, recursos humanos formados y capacidad de refuerzo en picos de afluencia; una alternativa que facilita el cumplimiento de estándares y la continuidad del negocio.